MI CASA MI FAMILIA
Esta era mi casa…al menos aquí nací, aquí anduve a gatas,
aquí comencé mi vida.
Pero no era “MI casa”, y tuve el privilegio de ser el único
hasta que salí de Nazar, de los mas de 30 nietos que tuvieron mis abuelos, que
naciera ALLÍ.
Asomado a la ventana, saludaba al inmenso gentío que
celebraba mi bautizo; gente de todas edades y condición, según se puede ver en
las imágenes.
MI FAMILIA:
Como he dicho, esa era la casa era de mis abuelos; allí los
GASTON se afincaron hace muchos años, allí nació mi abuelo Santos
y fruto del matrimonio con mi abuela Jesusa, nacieron NUEVE hijos, pero todos al casarse,
abandonaron el hogar familiar se fueron en busca de nuevos sentamientos, salvo
mis padres, que permanecieron una
temporada, hasta después de nacer yo, siendo entonces cuando se ubicaron en
otra casa cercana.
El mayor, Primitivo, murió al regresar de la “mili” a raíz
de una enfermedad que contrajo durante el Servicio Militar.
Luego en edad, venia la tía Teresa, que al casarse se fue a
Mirafuentes, población distante unos 2 km. Tuvo Cinco hijos y se daba el caso
curioso que hija y abuela ,fueron madres, casi al mismo tiempo, incluso su hija “Presen”, era
mayor que mi tío Juanjo.
La segunda Pepa, se fue a
Espronceda, un pueblo cercano al Santuario de Codés donde vivió feliz
con el “Boni”, ya que no tuvieron hijos.
La tercera Mercedes, se fue a vivir a Logroño, donde montaron
un negocio de carpintería pero se quedó viuda, relativamente pronto, por
accidente laboral de su marido. Tuvo cuatro hijos, que continuaron con el
negocio de muebles.
Nicolás, se casó con una catalana (Eulalia) y tuvieron
cuatro hijos, transcurriendo su vida entre Mallén y Zaragoza.
En casa las ultimas en salir fueron Loreto, mi madre, Flora y Victoria, y por
supuesto mi tío Juanjo, ya en los años “cincuenta”.
Los cuatro aparecen en esta foto de familia junto con mi Abuelo
Santos, y mi Padre, además de unos
“ranacuajillos”, recién salidos del cascarón.
De la boda de mi tía Victoria no recuerdo nada; se casó con
un mozo del pueblo (Vicente) y se quedaron a vivir allí, hasta que mas adelante,
se fueron a Rentaría.
La Flora, buscó su futuro un poco más lejos, y se fue a vivir a Corres, con Aurelio. La boda se celebro en Nazar y aunque
vagamente, recuerdo “La fiesta” como la primera que presencié en mi niñez, y
que impactó en mi mente guardando en mi retina principalmente las imágenes de
los “Coguetes” que tiraban desde las Espaletillas de la Iglesia. Tuvieron cinco
hijos
Finalmente, el último en emanciparse fue mi tío Juanjo, que
también se casó con una moza del pueblo (Anuncia) chica encantadora de la
familia de Morrás. Tuvieron cuatro hijos, algunos de los cuales tambien
nacieron en casa del Abuelo Santos
Este continuó con las faenas agrícolas y labranza hasta su
traslado a trabajar a Renteria y luego a
Vitoria, donde falleció relativamente joven.
MI CASA
Erazmos una familia muy numerosa, un clan amplio, (fuimos
mas de 30 primos carnales) y a todos conocí, pero pronto nos dispersamos y de los
GASTONES, ya no quedó nada…solo la casa….Que posteriormente fue reformada,
adquiriendo este aspecto. Esta es la
fachada principal, la misma que se veía en la fiesta de mi bautizo. Era
bastante grande tal como lo voy a explicar; y además en la parte trasera,
separada por una “callejuela” había otro edificio contiguo, amplio, que era
como almacén, pajar, cuadra y granero .
La casa tenía para entrar, como un pequeño porche, con unas
escaleras que accedían a un rellano, donde estaba la puerta principal.
En esta toma moderna, se aprecia perfectamente cuatro
ventanas. La de mas al fondo pertenece a la cocina, la de abajo a la bodega, la
de arriba a la planta superior, que podríamos llamar granero y la del medio a
una habitación, que es donde yo debí venir a este mundo.
Una vez dentro, tenemos, a la derecha la habitación antes
indicada y a la izquierda, la cocina, con su cocinilla económica o fogón,
alimentado por leña, (anualmente se sorteaban lotes para todos los vecinos del
pueblo). De limpiar las cenizas se encargaba el nieto.
Allí se hacía de todo, se comía, cosía, planchaba, lavaba y
también nos reuníamos en fiestas especiales. Se cocinaban riquísimos buñuelos,
arrope, palomitas de maíz y se jugaba a cartas, principalmente a los
“Seises”.Recuerdo que durante el juego, solía recibir regañinas, por hacer
alguna travesura, enredando por debajo de la mesa, molestando a los jugadores.
En el pasillo, había además otra habitación a la derecha,
que dormían mis abuelos, en una cama de estructura de hierro y colchón de lana
de oveja, que cada año la sacaban para “variarla”.
A la izquierda, otra habitación, sin ventana exterior, daba
cobijo a mi tío Juanjo.
Al fondo se entraba al salón-comedor, que se usaba muy poco,
solo para eventos muy significativos.
Alli destacaban varios cuadros con fotografías de la familia
principalmente, esta de un niño de muy
corta edad, que presidía los grandes festejos, ante el resplandor del sol matutino,
que cada día doraba su tierna piel, a través del balcón, orientado al este.
Este recinto, daba
acceso a otra habitación, donde recuerdo, que solía dormir yo muchas veces, ya
siendo mayorcito. Cuando me quedaba con mi abuela. Ambas habitaciones daban a
una calle estrecha , que no tenía salida, por lo que casi era privada y solo utilizada
por los Gastón y los vecinos Etayo-Landa, una pared impedía la salida al campo.
En medio del pasillo había dos accesos. Uno se comunicaba con
la parte alta, que (Ahora denominaríamos “altillo”) pero su utilidad era muy
compleja y diversa, donde destacaba un
rústico horno, en el que, casi a diario, se preparaba la “calderada” para el “cocho”,
y mientras se cocía, aprovechaba yo para degustar las fabulosas patatas enteras
y que una vez peladas, eran
sabrosísimas.
En dicho horno, se elaboraba también pan, realizándose todo
el proceso de preparar la masa con levadura, amasarla y cocerla, encontrándonos
a veces ¡sorpresas!...dentro solían meter en la época de la matanza, choricillos…;
también se hacían unos asados de gorrín exquisitos, para los que mi abuelo tenía
un arte especial
Era normal ver colgados del techo, chorizos y morcillas
secando y algún jamón ya curado y listo para consumir.
Otras escaleras bajaban a la parte inferior que se componía
de dos partes bien diferenciadas y separadas por unos escalones:
A la derecha un antiguo recinto donde estaba instalado la
bodega de vino y “el Lago” donde se pisaba la uva elaborando con parte del
mosto resultante, un arrope, que luego se merendaba y también mostillo (que venía a ser como un
derivado del arrope).
No podía faltar el Candil, que además de alumbrar (No había
luz eléctrica) servía como medida de seguridad, al entrar en la bodega,
indicando su llama que no había gases
peligrosos, que pudieran intoxicar por
la falta de oxigeno. Decian que en tal caso se perdía primero el conocimiento y
si no se reaccionaba a tiempo, incluso podrías morir.
En lado izquierdo, estaban los establos y la pocilga, donde
se le dedicaba atención especial al cerdo,
que cada año se criaba para luego ser sacrificado, después de hacerle criar
unos apetitosos gorrinillos.
La Matanza del cuto:
Hacia el mes de febrero, con gran solemnidad, rodeados por
vecinos y familiares se realizaba “La matanza” era un día especial, e
importante para la familia.
Se realizaba todo el proceso en la calleja que daba acceso a
la parte posterior de la vivienda
En un barreño, se recogía todo lo necesario para hacer el
mondongo, y proceder posteriormente a confeccionar las morcillas y chorizos.
Luego se “chascurraba” el cerdo con
ollagas secas o paja de garbanzos y se rascaba la piel, de manera que quedara
limpia y hasta diríaque reluciente.
Una vez descuartizado, se dejaba colgado para airearse y se llevaba
una muestra (en bici o a caballo) al veterinario del pueblo cercano (Mendaza) ,
con el fin de evitar enfermedades (recuerdo la triquinosis). Una vez conocidos
los resultados, se procedía a llevar los “presentes” a las autoridades del
pueblo. A mi me tocaba suministrar a varias, personalidades esperando siempre
la tradicional propina.
El otro lado de la planta baja se destinaba a los animales,
yo recuerdo principalmente, una pareja de vacas y una yegua, y la garita del
cuto.
Las vacas además de las faenas del campo, proporcionaban,
leche y terneros, La Yegua desempeñaba una función importante en el hogar, como medio de transporte de personas y de
mercancías.
Fueron muchos los viajes que sólo o acompañado monté sobre
sus lomos, para ir a Acedo, a esperar en la Estación a algún familiar, que
regresaba desde Estella en tren.
“Coge la yegua (me la ensillaba mi tío Juanjo)” y vete a
buscar a la abuela a Acedo”
El, le ponía la albarda
y las alforjas, y yo el collerón y el cabestro, atándole el ramal después
y al son de “arre” y “sooo”, tan feliz sobre la yegua a cabalgar, rumbo a
Acedo, principalmente a recoger algún pasajero…La abuela atrás sentada de costado y
yo de Jinete.
Una vez lo pasé muy mal cuando me mandó mi tío a por pienso
a Asarta, me suena que a casa Coca. Eran
sabidos los enfrentamiento entre ambos pueblos, y lleno de temor llegué hasta
el lugar, sin contratiempo alguno, cargué la mercancía y antes de salir, ese
señor me recordó ¿”no tienes miedo chaval”? No, le contesté…pero agarré raudo
la yegua y al trote para casa. Corre que te corre, sin volver la vista atrás,
llegué a Nazar, donde me esperaba mi tío. Descargó la mercancía, quitó los
aparejos de la yegua y ¡Sorpresa! Era un charco de sudor su cuerpo…¿”!Pero que
has hecho”!?..que me seguían unos niños (al menos en mi imaginación)….y allí se
quedó, secándola y arropándola con una manta, para que no se enfriara pues al
parecer corría ese riesgo.
En la misma calleja, justo enfrente, una puerta daba entrada
a un amplio corral donde se almacenaban los aperos de labranza y accesorios del
ganado.
Comunicaba en la parte posterior con la carretera (uno de
los dos viales, que daban acceso al pueblo). En dicho lugar, un amplio portal
permitía meter el carro y otros menesteres de mayor volumen.
En su interior, además de paja, se criaban algunas gallinas,
donde cada día con mi abuela recogía los huevos que los portaba en el “Alda” que
antes le había servido también para llevarles pienso y distribuírselo a
“repuño” a la voz de “purri..purri”.
En una jaula o conejera. Se criaban gazapos, a los que a
veces les llevarles lechocinos, que cogía de la huerta de mi abuelo, donde
un manantial natural de agua, cristalina,
abastecía una balsa construida al efecto, en la que abundaban las ranas.
Desde allí, eran frecuentes los desplazamientos a coger
caracoles o setas de chopo, que
abundaban bastante en su època, y crecían principalmente, en los “HONDONES” de
los mismos, donde no era difícil, encontrarse con algún gardacho, víbora o
culebra, u otras alimañas, que por supuesto, no se les temía, formaban parte,
como algo normal, dentro de ese entorno natural que resulta un pequeño pueblo, asentado, cerca de la montaña
.
Para ser un pueblo parece que no se privaba de nada la gente
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